Tipos de epilepsia
Los tipos de epilepsia son los mismos que los de la población general: epilepsias focales y epilepsias generalizadas. Pero tienen una incidencia mayor determinados síndromes epilépticos, concretamente el síndrome de West.
Síndrome de West
Se entiende por síndrome de West a la asociación de:
1) crisis en flexión del tronco y de las extremidades o, más raramente, en extensión de las mismas, que se denominan espasmos infantiles; tienen 1 segundo o menos de duración, confundiéndose con facilidad con sustos, acumulándose en salvas de varios espasmos, a veces acompañados de llanto; habitualmente se producen varias salvas diarias de varios espasmos cada una, tanto en vigilia como durante el sueño;
2) EEG específico, con enlentecimiento y desorganización intensos de la actividad eléctrica cerebral, que incluye puntas o punta-onda muy lenta y generalizada, conformando un patrón eléctrico que se denomina hipsarritmia.
El síndrome de West se manifiesta entre los 4 y los 9 meses de edad, afecta más a varones, y se acompaña de pérdida del contacto social y lentitud en la progresión de todas las conductas. Por todo ello es urgente y trascendental establecer el diagnóstico e instaurar el tratamiento adecuado, para lo cual se puede optar actualmente por dosis altas de vigabatrina o de valproato, o por la administración intramuscular de ACTH u oral de hidrocortisona. Al desaparecer los espasmos y la hipsarritmia, se produce simultáneamente una mejoría en la progresión psicomotora.
Ver también: Tratar el síndrome de West
Epilepsias parciales o focales
Las epilepsias parciales o focales se manifiestan generalmente antes de los 18 años de edad, por término medio a los 5 años, en forma de crisis parciales complejas (movimientos masticatorios, desviación mantenida de la cabeza, movimientos automáticos, con afectación de la conciencia, durante segundos a minutos) o secundariamente generalizadas (tras las manifestaciones anteriores se produce una crisis convulsiva con sacudidas tónicas y clónicas de las extremidades). Estas crisis suelen ser poco frecuentes, 1 por semana o por mes, o incluso con menor frecuencia, detectándose en el EEG actividad paroxística (puntas o punta-onda) en una región cerebral concreta, siendo más frecuentes en las regiones temporales. En este tipo de epilepsias son eficaces casi todos los fármacos antiepilépticos, optándose generalmente por valproato o carbamacepina como primeras alternativas terapéuticas.
Crisis generalizadas tónico-clónicas
Por último, las crisis generalizadas tónico-clónicas son la expresión de una epilepsia generalizada que se denominaba antiguamente gran mal. Comienzan a manifestarse por término medio a los 8 años de edad y se controlan habitualmente sin dificultades con valproato o lamotrigina.
Tratamiento
Prácticamente todas las epilepsias de las personas con síndrome de Down pueden controlarse en la actualidad, siendo refractarias todavía las epilepsias que son secundarias a problemas cerebrales añadidos, como infartos cerebrales, calcificaciones cerebrales o cardiopatías cianógenas.
Las normas generales del tratamiento antiepiléptico son las siguientes:
- Diagnóstico indudable de epilepsia, identificando el tipo de epilepsia o de síndrome epiléptico, y el tipo o los tipos de crisis. Diagnostico diferencial con crisis paroxísticas no epilépticas, como los síncopes.
- Selección del fármaco antiepiléptico idóneo y de la dosis diaria, valorando para ello la edad del paciente, el tipo de epilepsia y de crisis, la eficacia y los efectos adversos potenciales. Se indica siempre un solo fármaco (uniterapia).
- Introducción escalonada del fármaco, cada 3 a 7 días, según la tolerabilidad individual, hasta llegar a la dosis final prevista.
- Controles periódicos a lo largo del tratamiento: clínicos, de los niveles séricos del fármaco, del EEG. La periodicidad de los mismos depende de cada caso concreto, pero teniendo siempre como norma que la mejoría o el empeoramiento del paciente viene dado por la ausencia o persistencia de crisis epilépticas, respectivamente, y que ni el registro EEG ni los niveles séricos de antiepiléptico pueden ni deben ser los árbitros del tratamiento.
- Si persisten las crisis a pesar de administrar dosis adecuadas del fármaco o aparecen efectos adversos, se cambia a otro antiepiléptico. Si se mantiene la falta de control clínico tras 2 o 3 intentos con un solo fármaco (monoterapia), se asocian dos antiepilépticos (politerapia).
- Mantenimiento del tratamiento crónico, generalmente 3 años a partir de la última crisis, aunque la duración debe ser valorada en cada caso concreto.