José Ramón Amor Pan
Introducción
El control de la natalidad es una consecuencia y una aplicación de la racionalidad de la fecundidad humana, expresada en términos de paternidad responsable, no una decisión arbitraria o caprichosa. El problema moral de esta regulación de la natalidad se concreta en los métodos a utilizar para ello, que no son indiferentes ni en sus consecuencias ni en sus presupuestos antropológicos. Dentro de la doctrina católica es donde aparecen los dilemas éticos más serios, pues el tema no suele plantear especiales dificultades de conciencia en una ética secular, e incluso las propias Iglesias protestantes profesan al respecto criterios muy abiertos. Al valorar desde el punto de vista moral los diferentes métodos de control de la fecundidad, habría que tener en cuenta cuál es su eficacia, es decir, cuál es su relación con la paternidad responsable; en esta vertiente del análisis habrá que atender a diversos factores: el coste económico, la disponibilidad del mismo, la educación requerida para su utilización, las contraindicaciones somáticas y/o psíquicas, la sencillez y la comodidad en el uso. En segundo lugar, habrá que ver cómo inciden en la relación sexual y, por tanto, en la comunión de vida y amor que es la unión conyugal.
Todos los métodos poseen sus inconvenientes y dificultades. No obstante, hay que subrayar que, dada la necesidad ineludible de no tener hijos por una causa justa, elegir un método anticonceptivo es mejor que no usar ninguno. Ejercer la paternidad responsable con éxito no es cosa fácil y si una pareja ha de hacerlo eficazmente será preciso arbitrar los mecanismos óptimos para tal fin. Establecer el equilibrio entre la supuesta eficacia de un método y los riesgos o los efectos colaterales que conlleva es un tema que tiene que ser abordado con seriedad y realismo.