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¿Tienen las personas con síndrome de Down mayor tolerancia al dolor que las demás?

¿Tienen tolerancia normal pero interpretan peor sus molestias? Muchas familias y cuidadores comentan que les parece que la persona con síndrome de Down a la que conocen tiene una mayor tolerancia al dolor. Se conocen muchos ejemplos que confirman estas observaciones. La exploración clínica a muchos pacientes con problemas de salud, que deberían sentirse muy mal a juzgar por lo que tenían, demuestra que no se quejan de dolor, o lo hacen muy poco. Si bien todo esto parece confirmar la existencia de una mayor tolerancia al dolor, es también posible que parte de esta aparente mayor tolerancia al dolor pueda deberse a nuestra incapacidad para interpretar la manera en que se quejan algunas personas con síndrome de Down. Puede tratarse de un problema en las habilidades de comunicación verbal, o que no dispongamos de alguien que comprenda los intentos que hacen estas personas para comunicarse. Otra posibilidad puede ser su menor capacidad para valorar en ellas mismas dónde se origina el dolor, con lo que se muestran menos competentes para hacer comprender a los demás que están sufriendo dolor. Es decir, puede que la persona esté experimentando el dolor pero nosotros no sepamos comprenderlo o interpretarlo. El dolor es un mecanismo biológico de primer orden que obliga al organismo a evitar o reducir el riesgo de una posible lesión. El dolor tiene tres componentes o dimensiones:

a) la capacidad para sentirlo, localizarlo y determinar su intensidad

b) la capacidad para evaluar el contexto en que aparece y sus consecuencias

c) la capacidad para dotarlo de contenido afectivo-emocional. En cualquier caso, el dolor es un sentimiento subjetivo. Y a veces difícil de medir o evaluar. Las respuestas al dolor se expresan mediante la información que da quien lo siente o, si no es capaz de expresarse, mediante modificaciones en su conducta o mediante cambios en sus parámetros fisiológicos (presión arterial, respiración, cambios bioquímicos de la sangre, etc.). Se han elaborado y utilizado múltiples métodos de información propia, o escalas de observación, o mediciones fisiológicas con el fin de evaluar el dolor. La dimensión subjetiva del dolor sin duda dificulta su medición exacta. Pero, además, las personas que tienen un profundo déficit cognitivo no son capaces de expresar verbalmente su dolor.