Ansiedad ante las relaciones sociales
La ansiedad, además de una sensación muy molesta y perturbadora para la persona, es un factor que actúa como cortocircuito para desempeñar determinadas conductas, realizar determinadas acciones o simplemente comportarse de acuerdo con unas exigencias sociales. Pensemos en un gran experto que maneja ampliamente un área de conocimiento determinado pero que, ante una audiencia, se muestra muy ansioso y, por tanto, es incapaz de transmitir sus conocimientos y mostrarse competente de acuerdo con los requerimientos de dicha situación social.
La ansiedad, asimismo, dificulta nuestro flujo de pensamiento (sentimos que no podemos pensar con claridad, nos quedamos en blanco, etc.), provoca en nosotros reacciones fisiológicas desagradables (respiramos con dificultad, aumenta nuestra sudoración, notamos sequedad en la boca, etc.), nos lleva a analizar las situaciones de manera distorsionada (todo el mundo me mira, se están riendo de mí, etc.) y nos conduce a anticipar futuros fracasos (nunca conseguiré hacer amigos, nunca me aceptará esa chica que tanto me gusta, no gustaré en la entrevista de trabajo, etc.).
Cuando un niño, joven o adulto con síndrome de Down se muestra incompetente socialmente debido a la ansiedad es necesario valorar exhaustivamente varias cuestiones:
- En qué contextos se muestra ansioso (colegio, en una fiesta, en los medios de transporte, en el trabajo, en su grupo de amigos, etc.)
- Ante qué personas muestra dicha ansiedad (con desconocidos, con gente de su edad, con personas de otro sexo, con personas de cierta autoridad, con los compañeros de trabajo, con el supervisor, etc.)
- Qué reacciones tiene la persona en dichas situaciones (se pone rojo, agresivo, retraído, se evade de la situación, se siente mal, siente ganas de llorar, etc.)
- Qué pensamientos le acompañan ante dicha situación (soy aburrido, soy torpe, no gusto a la gente, no sé hablar con los demás, no me expreso bien, etc.)
- Una vez tengamos delimitadas estas situaciones, resulta eficaz comenzar a abordar aquellas que pueden resultar más sencillas y manejables para la persona, y enseñarle qué conducta debe realizar a la vez que intentamos mantener a la persona en una situación relajada y tranquila, transmitiéndole pensamientos positivos sobre sí mismo y su capacidad para afrontar con éxito esta situación. Reforzar cualquier mejora en la conducta ayudará a incrementar el sentimiento de competencia y anticipar futuros éxitos en situaciones similares. Si la ansiedad bloquea seriamente a la persona, resultará necesario contrastar estas situaciones con un profesional, quien determinará la necesidad de poner en marcha técnicas más sistemáticas para el control de la ansiedad (desensibilización sistemática, técnicas de relajación, reentrenamiento atribucional, etc.)