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¿Debe existir una asignatura?

Comparto la postura defendida por LOPEZ SÁNCHEZ (3): es más eficaz conseguir que forme parte expresa de una sola área de conocimiento, porque esta opción favorece una visión más global, evitando una excesiva fragmentación de un tema que abarca numerosas dimensiones y es propenso por ello a cierta parcialización, que puede tener, entre otras consecuencias negativas, el resultado práctico de que se olviden elementos importantes y de que el alumno no sea suficientemente consciente de dicha unidad.

Quizás los padres vacilen en hablar de afectividad y sexualidad con sus hijos o que exista un programa en la escuela porque les preocupa que tal comunicación pueda estimular la experimentación sexual. Muy al contrario, "las investigaciones han sugerido de manera categórica que los programas formales de educación sexual ni estimulan la experimentación ni la restringen; suelen aumentar el conocimiento, reducir la conducta sexual de alto riesgo, fortalecer la comunicación con los padres y contribuir a una utilización más responsable y comprometida de la sexualidad" (4).

Nunca como hoy se han dado condiciones más favorables para una educación sexual de calidad para las personas con síndrome de Down.