Objetivos
Cualquier proyecto pedagógico en esta área debiera apoyarse en una concepción amplia de la sexualidad, entendida en términos de relación. Reducirla a la higiene de los genitales o a proporcionar simples informaciones para prevenir embarazos o facilitar técnicas para alcanzar un placer mayor, supone reducir su valor. La educación sexual no se reduce a una cuestión de técnica, dirigida a potenciar la dimensión lúdica del cuerpo, sino que está llamada a ayudar al individuo a pasar de la búsqueda de la satisfacción de una necesidad al reconocimiento del otro en el amor: promoción de factores estables de personalidad (autoestima, autoeficacia y control interno), de procesos afectivos mediadores (empatía, relaciones de apego y amistad) y de mediadores cognitivos (capacidad de ponerse en lugar del otro, clarificación de valores, toma de decisiones y solución de problemas). En resumen, la promoción de habilidades sociales e interpersonales sanas.
Los objetivos específicos serían:
· Facilitar las relaciones interpersonales de todo tipo y fomentar actitudes abiertas hacia los demás, sus ideas, sentimientos y formas de ser.
· Enseñar a aceptar al otro tal y como es, con sus particularidades, haciendo ver en las diferencias más una riqueza que un obstáculo.
· Facilitar experiencias de integración y de afirmación personal, que hagan confiar en la propia valía y eleven su autoestima.
· Ayudar al descubrimiento natural y espontáneo del otro sexo, al margen de separaciones artificiales.
· Conseguir un clima de comunicación y confianza entre ambos sexos, orientando y facilitando la tendencia natural hacia el contacto mutuo.
· Ofrecer canales de encuentro que faciliten ese acercamiento mutuo en la convivencia de cada día, que redundará en un crecimiento maduro y positivo, dentro de un proceso gradual y continuo.
La coeducación es una exigencia absoluta, que no habría que recordar... Esto significa integrar los dos sexos en el ámbito académico y convivencial y no sólo la superposición o yuxtaposición de los dos sexos en unas estructuras organizadas paralelamente, pero carentes de implicación en la vida real. Es un estilo de formación que reconoce la riqueza de la diferencia de género. Exige del educador reconocimiento de la dignidad de cada género y conocer los rasgos originales de cada uno y las formas de manifestarse en cada etapa.
La primera responsabilidad de padres y profesionales es la de su propia formación: conocer, aceptar y amar su propia sexualidad y tener una preparación científica de acuerdo a las exigencias de la cultura actual en este área. Después, deben ser conscientes de la importancia de la autoestima y, teniendo en cuenta que empieza a desarrollarse pronto, deben propiciar experiencias que faciliten su desarrollo. Algunas sugerencias prácticas son las siguientes (7):
· no considerar a la persona con síndrome de Down ni tratarla como un ser desvalido;
· darle autonomía, independencia y confianza en sí misma;
· ayudarle a tener éxito;
· estimular sus estados de ánimo positivos para que se enfrente mejor a las experiencias difíciles;
· estimular un comportamiento adecuado y respetuoso con los demás. Las reglas de oro de la sexualidad: respeto, comunicación, responsa-bilidad y placer;
· ayudarle a distinguir sentimientos y a describir experiencias;
· discutir con él los valores;
· trabajar la imagen corporal;
· enseñarle la importancia de la belleza interior y que transmitir simpatía y afecto es esencial;
· enseñarle a establecer relaciones con otras personas;
· estimular las aficiones personales, los intereses y las actividades de todo tipo.