Diagnóstico
Se diagnostica la diabetes extrayendo una muestra sangre y analizándola para ver cuántos miligramos de glucosa por decilitro (100 mililitros) de sangre hay (mg/dl). A esta cifra se llama glucemia, que significa concentración o nivel de glucosa en sangre. La cifra que se considera normal depende de lo que haya comido o bebido el niño, y cuánto tiempo haya transcurrido desde la última ingesta hasta la extracción. Las pruebas sanguíneas que se utilizan para diagnosticar la diabetes son las siguientes:
1. Existen síntomas propios de una diabetes y la glucemia en cualquier momento del día (aun no en ayunas) es de 200 mg/dl.
2. La glucemia en ayunas (no se ha comido ni bebido nada salvo agua durante 8 horas) es igual o superior a 126 mg/dl.
3. A las 2 horas en el test de tolerancia a la glucosa, la glucemia es igual o superior a 200 mg/dl. Este test consiste en beber una bebida que contiene una cantidad específica de glucosa. Las muestras de sangre se extraen y analizan antes de beberla y a intervalos de 1 hora.
Para que el niño sea diagnosticado como diabético, ha de confirmarse el resultado positivo con alguno de estos tests cualquier día después. Es decir, si lleva a su hijo al médico porque lo nota cansado, ha perdido peso o muestra algunos cambios de conducta, y va al baño con frecuencia, y su glucemia en el momento de la visita es de 200 mg/dl, su médico sospechará que el niño tenga diabetes. Para confirmarlo, le pedirá que lleve al niño a la semana siguiente para medirle de nuevo la glucemia y conocer si ha habido cambios en los síntomas. O si a su hijo se le ha medido la glucemia en ayunas con motivo de su chequeo anual y la cifra es igual o superior a 126 mg/dl, con o sin síntomas, el médico pedirá otra prueba en ayunas en otro día. Si el resultado de la glucemia vuelve a ser igual o superior a 126 mg/dl, confirmará el diagnóstico de diabetes e iniciará el proceso de educación para controlarla.